El panteón de Chetumal resguarda en su interior relatos tristes que desencadenaron en la muerte de las personas ahí sepultadas o recordadas.
Este pequeño cementerio de Chetumal es relativamente muy reciente, ya que las primeras tumbas datan de la década de los 40’s del siglo pasado. Según versiones de pobladores fundadores, el primer predio que se usó como panteón estuvo ubicado en la calle 5 de mayo entre 22 de enero y Othón P. Blanco, sin embargo hay poca constancia, ya que los habitantes de lo que anteriormente era Payo Obispo, señalan que el cementerio estuvo en la calle 16 de Septiembre entre Lázaro Cárdenas y Héroes de Chapultepec, frente al hotel Los Cocos.
El camposanto está dividido en 24 manzanas o zonas, en la última parte se encuentran las criptas más antiguas que fueron trasladadas del antiguo cementerio.
No se sabe la fecha exacta en que inició operaciones el panteón en su actual dirección, pero fue durante el período de gobierno del General Rafael E. Melgar como parte de las obras de acciones de equipamiento urbano que se realizaron en su administración.
Aquí te contamos algunas de las historias:
La niña del taco
En el panteón civil municipal, ubicado en el centro de Chetumal, existen tumbas emblemáticas como la de la niña María del Carmen Rodríguez León, que nació un 25 de octubre de 1957. Mejor conocida como “La niña del taco”, quien falleció por atragantarse mientras ingería uno un 21 de junio de 1959.
Lo escalofriante de la historia, es que sus familiares mandaron hacer encima de su bóveda un monumento que hace referencia a una niña comiendo un taco, le llevan juguetes y dulces, pero en la actualidad no saben quién lo hace.
“Una estrellita nació llenando un gran vacío en que el destino deparó, mas quiso la virgen siempre, acabar con la ilusión llevándose a la estrella a su sublime mansión y el 21 de éste, hasta el cielo la llevó. Recuerdo de sus padres y abuelo. Junio del 59”, se lee con faltas de ortografía en el epitafio.
La china
Otro caso muy peculiar es el de la china María Chong, quien siempre se preparó para su muerte, ya que adquiría ataúdes y disponía de un terreno en el cementerio. Su muerte ocurrió en 1966 y su obituario señala que llegó a Mérida, Yucatán, en Marzo de 1900 proveniente de Korea y luego a Payo Obispo. “64 años de estar aquí. Sin poder de Dios, no hay capricho”. No se sabe si cuenta con familiares en la Entidad.
La hélice
A un costado de las oficinas del panteón, se ubica la hélice y la tumba que rememora a los pilotos de la Fuerza Aérea Mexicana, Juan Sosa Martínez y Gilberto Hernández Vega, así como al mecánico de aviación José Magaña Sánchez. En ese avión también iban el sacerdote José Fuentes Castellanos, los médicos Ramón Mendoza Vega y Enrique Paredes Aguilar, además del profesor de educación física José Sevilla Serdán.
Todos ellos acudieron al auxilio del vecino país de Belice que fue devastado por el huracán Hattie, su avión despegó del aeropuerto de Chetumal el 31 de octubre de 1961 pero jamás regresó. Ocho años después, el 3 de abril de 1969, un campesino que cazaba a 150 metros de la carretera Chetumal-Belice encontró los restos de la nave con sus siete ocupantes muertos.
Víctimas del huracán Janet
El 27 de septiembre de 1955 el huracán Janet devastó a la ciudad de Chetumal, la fuerza con la que golpeó a la capital del estado acabó con miles de personas, a quienes se les dio cristiana sepultura.
Fue durante la conmemoración del 50 aniversario del paso del huracán, que se levantó este mausoleo para rendir un homenaje a las víctimas del lamentable suceso que causó la peor tragedia ocurrida en la entidad. En el monumento se pueden leer los nombres de algunas víctimas, y la letra de la canción “Leyenda de Chetumal”, del compositor chetumaleño Carlos Gómez Barrera, que habla de la tragedia.
Tumba subteniente López
Aquí se encuentra un monumento en el que puede leerse: “A los leales del 17 de abril de 1924. Subteniente Rosalino López, cabo Justo Martínez, soldado Urbano Ubaldo. Homenaje del pueblo quintanarroense diciembre de 1946”.
En la actualidad, Subteniente López es el nombre de la localidad fronteriza que colinda con su contraparte beliceña de Santa Elena. El subteniente López, es decir Rosalino López, fue un militar oriundo de Payo Obispo, quien se mantuvo leal al presidente Álvaro Obregón durante la revuelta Delahuertista que convulsionó a México a partir de 1923.
Rosalino López y otras dos personas fueron fusiladas en el antiguo panteón de Chetumal. En 1936 el gobierno del general Lázaro Cárdenas impuso su nombre a la parte mexicana de Santa Elena y en diciembre de 1948, el gobernador del Territorio, Margarito Ramírez, levantó esta columna en su memoria.
Todas estas tumbas llaman la atención de los visitantes al panteón, están llenas de recuerdos, momentos e historias que se niegan a ser olvidadas, gracias a los monumentos que se erigieron en su memoria.