“DEBO, NO NIEGO; PAGO, LO JUSTO”
Teresa Carbajal
Son indignantes las ganancias que han obtenido los Bancos que operan en nuestro país con motivo de las alzas aplicadas a sus tasas de interés si las comparamos con la pobreza que se percibe en los hogares mexicanos a consecuencia de los mismos motivos que motivaron el incremento.
Porque eso quiere decir que los únicos beneficiarios con la medida que se planteó como solución para contener los niveles de inflación que lo fue aumentar las tasas de referencia, y en consecuencia el pago de intereses de créditos que usamos o que debemos, lo único que generó fue hacer mas ricos a los ricos y más pobres a los pobres.
Así lo demuestra el informe rendido por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) a fines del mes de enero de dos mil veintitrés a lo que calificaron como las ganancias más altas que han registrado los bancos en México, desde que se tienen registros.
Por ejemplo, de enero a noviembre del año dos mil veintidós, según reporte de medios nacionales que tuvieron acceso al informe de la Comisión (CNBV), los bancos se embolsaron en concepto de ganancias 212 mil 16 millones de pesos lo que les significó un incremento de 30.9 por ciento respecto a los 161 mil 938 millones reportados en el mismo lapso en el año dos mil veintiuno.
Si atendemos a la cifra anual total del año dos mil veintidós tenemos que sus ganancias fueron de 236 mil millones de pesos, o sea un 30 por ciento mayor a lo que ganaron en el 2021.
La mayor ganancia se concentró en los seis bancos más grandes, al percibir estos la suma neta de 160 mil 341 millones de pesos, lo que representó un 75 por ciento del total.
Los bancos por su parte se asumen orgullosamente como beneficiarios del ambiente inflacionario que se percibió en el año dos mil veintidós, pues los resultados que obtuvieron fueron a su vez resultado de la crisis y también de lo que siempre nos ha caracterizado a los mexicanos: ser excelentes pagadores.
Pues nos hemos ajustado a esos aumentos, ya sea estirando el dinero, castigando a la familia al reducir la calidad de vida, los alimentos o la atención de la salud con tal de seguir pagándole al banco.
En efecto ¿de qué habría servido que nos subieran los intereses, si nosotros simplemente hubiéramos dejado de pagarlos? Pues de nada.
La fórmula que hizo perfecta la apuesta de subir las tasas es que aun así las seguimos pagando; incluso pidiendo prestado, tapando un hoyo y destapando otro. No por nada la cartera de crédito en el mismo lapso tuvo un aumento del 12 por ciento, mientras que los índices de morosidad aún no muestran la realidad en que vivimos.
Estamos pidiendo prestado para pagar, y eso tarde o temprano va a traer consecuencias, lo que no logramos percibir nosotros los endeudados es que en esa estrategia de ‘pagar para que nos den tiempo para pagar’, estamos cargando en silencio y soledad las consecuencias de la crisis.
Sin dejar de ser buenos pagadores -porque eso sería ir contra nuestra naturaleza de honestidad, probidad y cumplimiento- este es un buen momento para reflexionar acerca de cuánto más podremos aguantar de rodillas y cargando una pesada lápida a cuestas (como el pípila) con tal que los Bancos no pierdan.
Porque mientras los Bancos no pierdan, mientras sus ganancias se eleven, mientras sus cifras de mora, no muestren los sobrehumanos esfuerzos que diariamente hacemos para pagarles, no habrá de su parte una respuesta que nos permita pagar lo justo y conforme al escenario que el 2023 nos presenta.
Cada día se anuncia un nuevo aumento, sube la tortilla, sube el huevo, sube la leche, sube la luz, sube la gasolina, sube la mano de obra, sube la carne, suben los impuestos, todo sube y el dinero ya no nos alcanza para satisfacer todos los compromisos.
No es justo y estamos a tiempo.
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