Científicos han descubierto canales que penetran la sustancia ósea compacta de los huesos largos y permiten que las células sanguíneas penetren desde el periostio hasta la médula ósea y la espalda. Estas vías se denominan vasos transcorticales, y han sido hallados en huesos tibiales de ratones y también en humanos. El estudio fue publicado en la revista Nature.
Hasta ahora, se creía que la sangre penetraba en los huesos largos a través de las arterias en el extremo del hueso, pasaba a la médula ósea y salía por el otro extremo. Sin embargo, esto no explicaba por qué, en caso de una atención de emergencia, la inyección de fármacos por vía intraósea va acompañada de una reacción rápida de todo el organismo. Durante largo tiempo, no se pudo descubrir los mecanismos que permiten un intercambio rápido entre la médula ósea y el sistema circulatorio.
Atravesando la sustancia ósea
Matthias Gunzer de la Universidad de Duisburg-Essen (Alemania), estudió las células sanguíneas de ratones marcados con proteína fluorescente bajo un microscopio y notó que pasaban a través de un hueso sólido. Al no encontrar una explicación para ello, Gunzer y sus colegas de Alemania y Suiza decidieron explorar este fenómeno.
Estudiaron los huesos tibiales de ratones tratados con cinamato de etilo, que hace que los huesos sean más transparentes, utilizando microscopía de luz y microscopía de rayos X. Así, los investigadores vieron por primera vez que los vasos transcorticales más pequeños (TCV) pasaban a través de la sustancia ósea. Estos canales delgados están recubiertos con endotelio, como los vasos sanguíneos normales. Según los autores del estudio, el hueso tibial de un ratón puede ser penetrado por más de un millar de estos vasos. Alrededor del 80% de la arteria y aproximadamente el 60% de la sangre venosa que pasa a través del hueso se transporta a través de estos canales. Es decir, la mayor parte del intercambio entre la médula ósea y el sistema circulatorio pasa a través de ellos.
Además de ratones sanos y jóvenes, los autores también estudiaron pacientes con artritis y ancianos. Los resultados mostraron que con el desarrollo de la inflamación, aparecen nuevos vasos en unas pocas semanas. En ratones de aproximadamente dos años, el número de vasos transcorticales fue significativamente menor que en los jóvenes. Esto puede deberse a una disminución relacionada con la edad en el número de osteoclastos, células que parecen jugar un papel importante en la formación de vasos. Los osteoclastos pueden crear canales que, según los investigadores, pueden servir como base para los vasos transcorticales.
Si la relación entre estos vasos y los procesos inflamatorios se confirma en estudios futuros, este conocimiento puede ayudar en el desarrollo de nuevos tratamientos. La regulación del flujo de sangre en los huesos, puede influir en el envejecimiento óseo, la recuperación después de las fracturas y las enfermedades inflamatorias.
Diagrama de la estructura del vaso transcortical que pasa a través de la sustancia compacta del hueso largo. /Nature
Los estudios de la anatomía del hueso humano, realizados mediante una imagen de resonancia magnética mostraron que en la tibia humana también existen estructuras similares a los vasos transcorticales encontrados en ratones. Se realizarán investigaciones adicionales para comprender sus funciones.
Otro reciente estudio publicado en Aging revela que los aspectos clave del envejecimiento de las células humanas pueden revertirse mediante nuevos compuestos. Los hallazgos plantean la posibilidad de desarrollar tratamientos futuros no solo para los vasos sanguíneos, que se vuelven más rígidos a medida que envejecen, lo que aumenta el riesgo de problemas como ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, sino también para otras células.
María Cervantes
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma.
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