Lo acontecido el día de ayer en la Huacana, Michoacán, al ser desarmados, golpeados y retenidos elementos militares pertenecientes a la 5ta. Compañía de Infantería No Encuadrada (CINE), demuestra la delgada línea que existe entre lo justo y lo legal, donde la falta del Marco Jurídico que regule, por no decir de facultades a los elementos militares que han llevado el peso de la Seguridad Publica los últimos 12 años, nos muestra lo endebles que son los elementos militares como personas e individuos.
Lo visto en los videos de ayer acerca de lo que paso en un poblado michoacano, es el retrato de lo que sucede todos los días en muchas regiones del país, donde los grupos criminales, bajo la protección y cuidado de los habitantes de los poblados, “el pueblo”, como se escucha en el video a quien interroga a los elementos militares, demuestra cómo los grupos del Crimen Organizado han evolucionado, encontrando esa delgada línea entre lo justo, lo legal y lo ilegal.
Estos grupos han entendido como utilizar a los pseudo luchadores de derechos humanos a su favor, cobijándose bajo el apelativo de “pueblo” para provocar a las Fuerzas Militares, esperando una reacción violenta y maximizar así la victimización de cualquier acción que las autoridades militares llegaran a realizar.
El hecho que de forma cínica se graben y exhiban la propuesta de intercambiar a los elementos militares por armas como fusiles barrets, vehículos blindados y amenacen con la frase “no estás en posición de negociar”, nos hace ver como esto no es algo eventual de una sola ocasión, nos demuestra cómo es una forma de actuar cotidiana, un modus operandi, bien estructurada y cotidiana.
Han aprendido que por medio de la manipulación se puede tener de regreso las armas que de forma ilegal tenían civiles armados en la zona rural de ese estado, algo que no es nuevo en el día a día de los recorridos que realizan las Fuerzas Militares, los mismos que saben que si reaccionan y utilizan su entrenamiento y armamento para defenderse, serán satanizados por esa sociedad civil, por ese grupo de intelectuales, por esos grupos de pseudo luchadores de derechos humanos, señalándolos como asesinos, violadores de derechos humanos, etc.
En este contexto, el personal militar ha permitido ser violentado en su dignidad, en su moral, en su honor como persona y militar, antes que terminar en la cárcel, procesados, satanizados y olvidados, por una sociedad a la que protegen pero que los olvida cuando así les conviene.
Nuestros soldados dejaron de ser soldados de plomo, para convertirse en soldados de chocolate, mientras no exista el marco jurídico y entre en funciones la Guardia Nacional, pues seguirán expuestos a la infamia, la mentira, la calumnia de cualquiera que invente una justificación del actuar impune de las comunidades que trabajan, cuidan y protegen a Grupos Criminales regionales.
César Gutiérrez