Como parte de las tareas en campo de la Quinta Brigada Nacional de Búsqueda de Desaparecidos, este miércoles 12 de febrero de 2020, activistas y familiares realizaron el hallazgo de un trozo de hueso, ropas y una peluca, en un predio ubicado a espaldas de la colonia La Rueda, al norte de la ciudad de Poza Rica.
Édgar Escamilla
La región ha sido escenario de la lucha de poder entre grupos criminales, así como de decenas de hechos de desaparición forzada de personas y homicidios, empleando casas de seguridad para mantener a los secuestros y han utilizado terrenos baldíos del municipio como tiraderos de cuerpos.
Luego de reportes anónimos que alertaban sobre el uso de dicho predio como fosa clandestina, un grupo de integrantes de la Quinta Brigada Nacional salió en búsqueda de indicios, limpiando la maleza y revisando paso a paso el suelo, realizando excavaciones y enterrando varillas para descartar la presencia de cuerpos bajo tierra.
Cerca de las 10 de la mañana fue localizado un fragmento de hueso, al parecer humano, mismo que fue entregado a la Fiscalía General de la República para su análisis y confronta con las bases de datos para tratar de identificarlo.
Dicho predio se ubica a menos de cincuenta metros de la escuela primaria Club Sertoma, en un sector densamente poblado de la ciudad, en el que se han encontrado diversos cuerpos a lo largo de los años.
A cincuenta metros de ese lugar fue localizada una peluca y ropa diversa; sin embargo, no fue posible localizar más restos humanos.
Familias mantienen la fe en la justicia divina
Una varilla forjada en espiral es enterrada lentamente dentro de la tierra, con esfuerzo es retirada para saber con qué se encontró a su paso. Uno de los activistas acerca la punta del fierro a su rostro, la olfatea tratando de encontrar un indicio de que algún cuerpo pudiera estar bajo sus pies, sepultado clandestinamente. La acción se repite una y otra vez en aquel predio al norte de la ciudad de Poza Rica, una de las regiones más afectadas por la violencia desde hace más de 10 años.
Son casi las diez de la mañana y el convoy de patrullas de la Guardia Nacional y camionetas de la Brigada Nacional de Búsqueda de Desaparecidos llega hasta la colonia La Rueda, al norte de la ciudad de Poza Rica, a un predio donde tres años atrás fueron localizados cuerpos humanos y se tenía la sospecha de que fuera utilizada como fosa clandestina por los Zetas.
La señora Hilaria viajó junto su esposo desde la ciudad de Córdoba, con el afán de apoyar en las tareas de la Quinta Brigada Nacional. Hace nueve años le fue arrebatado su hijo, Óscar, y aunque sabe que difícilmente podría localizarlo en esta región, su empatía con el resto de las familias le dio las fuerzas necesarias para venir a excavar en Poza Rica.
Óscar Contreras Alzaba desapreció en el bulevar Córdoba -Peñuelas, a la altura del hotel Paraíso el 22 de mayo de 2011. Había salido con Claudio, uno de sus amigos. Aquella noche la señora Hilaria se comunicó con él a las 22:00 horas para pedirle que volviera a casa, pero él insistió en quedarse un rato más.
Hilaria se mantuvo despierta hasta las 6 de la mañana esperando que Óscar volviera, pero no sucedió, así que fue en busca de otra de sus hijas para que la acompañara a buscarlo al penal de Amatlán y después fueron a poner la denuncia ante la Fiscalía, donde le pedían fotos escaneadas para que lo publicaran.
Los dos jóvenes viajaban en una camioneta Windstar 2001, color roja. De regreso de Amatlán, Hilaria pasó por su esposo al trabajo, en el camino alcanzaron a observar la camioneta abandonada, con señas de haber chocado contra un poste, frente al hotel.
Después supo que la camioneta había sido abandonada por los Zetas en ese lugar, luego de haber levantado a su hijo, un ilícito en el presumiblemente habían participado los criminales con apoyo de policías y agentes de tránsito municipales.
Tres días decidieron solicitar apoyo a la Marina, porque no confiaban a la policía. Acompañados de la familia del otro joven desaparecido, recibieron una llamada pidiendo rescate por Claudio, así que yo no llegaron con los marinos.
Les pidieron una camioneta, una pantalla, una computadora y otros objetos de valor, mismos que fueron a dejar cerca de la central camionera de Córdoba y dos horas más tarde lo liberaron, pero no así Óscar.
Claudio les comentó que por Oscar iban a solicitar 100 mil pesos, pero nunca recibieron la llamada para entregar el dinero, hasta la fecha.
Hace más de cuatro años ella y su esposo decidieron participar en búsquedas en campo. “Hemos sacado cuerpos de las fosas; mi esposo se ha metido a sacar los cuerpos de los pozos, hemos subido cerros en Orizaba, también participaron en la búsqueda en el predio de La Guapota y en Acultzingo”.
Aunque sabe que difícilmente encontrará a su hijo en esta región del estado, para ella participar en la Quinta Brigada Nacional le llena de paz, de saber que por medio de sus manos se pueda lograr unir a una familia.
A pesar de lo que sentimos en nuestro cuerpo, la desesperación, el sufrimiento… sentimos una alegría que otras familias logren la paz al encontrar a su familiar, para mi eso es una satisfacción y estoy dispuesta a seguir buscando”.
Machete en mano se abren paso entre la maleza, revisan minuciosamente el suelo donde otro grupo de activistas logró localizar lo que aparenta ser un hueso radio, el cual fue entregado a la Fiscalía General de la República para que puedan determinar si corresponde o no a restos humanos.
Uno como madre da la vida cuando nacen, ahorita no me importa volver a dar la vida, no tengo miedo de lo que me pase, por mi hijo”.
Con el dolor a cuestas, Hilaria reza no solo para localizar a su hijo o los de otras familias, sino también porque aquellas personas que los han desaparecido, asesinado, obtengan el perdón de Dios, “porque desgraciadamente aquí hay injusticia, pero de la justicia divina nadie se escapa”, aunque ellos estén muertos en vida.