Actividades ganaderas atentan contra las 770 mil hectáreas de bosque de mangle en el país; 15 mil de las cuales se concentran en los municipios de Tamiahua, Tuxpan, Cazones y Tecolutla, donde representa una importante fuente de ingresos por las actividades ecoturísticas.
Ecosistema en riesgo
Por Édgar Escamilla
Tecolutla, Ver.- Anteriormente menospreciados al ser considerados ecosistemas insalubres por la cantidad de materia orgánica en descomposición y la presencia de mosquitos, el bosque de mangle representa una oportunidad para la vida de numerosas especies de moluscos, crustáceos, peces, insectos, reptiles, aves y mamíferos; son una importante fuente de ingresos económicos por su influencia en la industria pesquera y en el ecoturismo, pero además, permiten filtrar enormes concentraciones de carbono presente en la atmósfera y en sus aguas, lo que revierte el efecto invernadero y regula el cambio climático.
Los riñones de la Tierra
Hasta finales del siglo XX poco se sabía en relación a este complejo ecosistema, hoy se tiene certeza de su importancia no solo para el medio ambiente, sino también para las actividades humanas como la pesca y su relevancia para contrarrestar los efectos del cambio climático provocado por el hombre a raíz de la revolución industrial.
En nuestro país se han identificado cuatro especies distintas de mangle, el Rhizophora mangle o mangle rojo, el Laguncularia racemosa –mangle blanco-, el Avicennia germinans o mangle negro, y el Conocarpus erectus, conocido como botoncillo. De acuerdo con el investigador Agustín de Jesús Basáñez Muñoz, académico de tiempo completo de la facultad de ciencias biológicas y agropecuarias de la Universidad Veracruzana campus Tuxpan, este tipo de árboles llegan a ser más delgados y menos altos conforme se alejan de la línea ecuatorial, y se les encuentra distribuidos alrededor del mundo principalmente entre los trópicos de Cáncer y Capricornio.
De acuerdo a los resultados del Inventario Nacional de Manglares presentado por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) México está ubicado dentro de los cinco países con mayor extensión de manglares, con una superficie de 770,057 hectáreas; superada en superficie de manglar por Indonesia, Brasil, Nigeria y Australia.
En nuestro país, la región de la Península de Yucatán (Campeche, Quintana Roo, y Yucatán) cuenta con el 55% de la extensión de total de manglares; seguida de la región pacifico norte (Sinaloa, Nayarit, Sonora, Baja California Norte y Baja California Sur) con el 24.5%.
Con base al “Diagnóstico de los manglares en Veracruz”, presentado por Patricia Moreno Casasola y un grupo de investigadores, se sabe que la superficie total de este tipo de ecosistema en la entidad asciende a las 43,811 hectáreas. La mayor extensión se ubica en la zona Mixtequilla, con 14,334 hectáreas, correspondiente al complejo lagunar de Alvarado, mientras que la Región hidrológica Tuxpan – Nautla suma las 21,544 hectáreas.
Basáñez Muñoz comentó que la UV inició los estudios de este ecosistema en la zona norte de la entidad en el año de 1998. Desde entonces se han conjuntado esfuerzos con la Conafor y CFE para la realización de actividades de reforestación, principalmente en la zona de Tampamachoco.
Los beneficios que ofrece el bosque de mangle son numerosos, desde la captura de carbono atmosférico la consecuente reducción del efecto invernadero, hasta la protección de la línea de costa durante los embates de los fenómenos hidrometeorológicos como ciclones y huracanes.
Permite también conservar la biodiversidad de aves y mamíferos, sirve como criadero de camarones, ostiones y alevines, además de ser llamativo para los turistas.
Tesis desarrolladas por estudiantes de licenciatura y maestría, contabilizan en la zona de manglares de Tuxpan alrededor de 34 especies de aves, además de que sirven como descanso para aves migratorias.
Numerosos estudios han demostrado que por cada hectárea de sedimento de manglar, puede existir hasta 700 toneladas de carbono por metro de profundidad, además de que este ecosistema tiene la mayor productividad de carbono de todos los ecosistemas naturales (40 kilos por cada media hectárea por día).
Actividades humanas atentan contra manglares
A pesar de su importancia, se estima que para finales del siglo XX, nuestro país había perdido más del 65% se superficie de manglares y en el mundo podría llegar hasta el 35% del total.
El mayor riesgo que enfrentan es el avance de las superficies de pastos con fines de pastoreo; los encargados de los ranchos ganaderos talan los arboles y queman la superficie para permitir el crecimiento de pastizales, además de que los animales se internan en las áreas de humedales y pisotean los pequeños brotes, limitando su regeneración natural.
En nuestro país se encuentran protegidos por la Norma Oficial Mexicana 022 y son custodiados por elementos de la Secretaría de Marina Armada de México (Semar); sin embargo, ante una denuncia ciudadana, es la Profepa la responsable de actuar en contra de los responsables.
Ecoturismo en Tecolutla
La aventura comienza en el embarcadero del puerto de Tecolutla, personal del agrupamiento voluntario de guardavidas y de Protección Civil Municipal accedieron a brindarnos un recorrido de reconocimiento por la zona de manglares. El sol se encuentra en su cenit, la brisa del mar es constante, la superficie del agua aparenta calma; el río muestra un color ocre a causa de los escurrimientos de sedimentos provocados por las lluvias de los días anteriores.
Conforme nos acercamos a la zona de manglares, resalta la cantidad de pequeñas embarcaciones cargadas de turistas, que buscan admirar esta maravilla de la naturaleza; es este nicho de mercado el que han aprovechado los lugareños para mejorar sus ingresos. Nos adentramos en la llamada “Cueva del Pirata”, “estero de Don Chon” y en el “manglar del silencio”.
Las raíces emergen de las aguas hasta formar un tronco común y terminar en una copa verdosa; aquí se reúnen las cuatro especies endémicas mexicanas: mangle rojo, blanco, negro y botoncillo.
La quietud de las aguas es interrumpida por el chapuzón de algún ave que descendió en picada para cazar su alimento, el clavado de alguna tortuga gicotea, atemorizada por la presencia de extraños, o bien, la sumersión de cocodrilos. Extrañamente y contrario a lo esperado, no hubo mayor preocupación por los mosquitos o tábanos.
Avanzamos por uno de los canales abiertos ex profeso hasta llegar a la zona de retorno, un crucifijo pende de una de las ramas de mangle, decenas de letreros advierten sobre la necesidad de mantener limpia la zona. Una familia de cangrejos rojos sale a saludarnos, meneando sus grandes tenazas de un lado a otro, aunque el gran ausente fue el cangrejo azul, conocido por los lugareños como guanaja, el más grande crustáceo del lugar y el más cotizado por su sabor.
Es Juan Carlos Hernández Herrero, auxiliar de Protección Civil y capitán de los guardavidas voluntarios, quien amablemente ha servido de guía durante el recorrido y nos habla de las maravillas que encierra la zona de manglares de Tecolutla. Desde su experiencia como nativo del municipio, advierte que el mayor riesgo que se enfrenta este ecosistema es el avance de las zonas de pastizales con fines de pastoreo y la tala hormiga.
Son los mismos lancheros –más de 250- quienes se han unido para mantener el manglar libre de basura, así como respetar las temporadas de veda para permitir que el ecosistema cumpla con su función de salvaguardar a las crías de peces, moluscos y crustáceos, además de que participan en campañas de reforestación.