Santiago de la Peña, Tuxpan, Ver.- No hay un antes ni un después de la muerte del comandante Fidel Castro Ruz para Cuba; como se vivía hasta este viernes y posterior a su fallecimiento, no habrá ningún cambio, aseguró el cónsul de Cuba en Veracruz, Victor Caricabel Cruz, quien estuvo en Tuxpan como parte de la conmemoración se la partida del yate Granma de Tuxpan a la isla caribeña.
Hombres como Fidel, persisten a través de la historia y dejan un legado a seguir, por lo que ahora será el pueblo cubano que continuará con el, teniendo la responsabilidad para que siga vigente la revolución, que fue presidida por la insignia de su líder, pero para el pueblo.
El diplomático dijo que ha causado gran conmoción el fallecimiento del líder cubano en todo el mundo, ya que se fue una figura política que tras la revolución cubana representa una gran influencia a nivel internacional, pero a pesar de la desaparición física del comandante, quedará en la historia. Hombres como él, se convierten en una bandera para los próximos desafíos que tiene la humanidad, los cuales, actualmente son demasiados.
De igual forma, en la importancia que ocupa México en los corazones de cualquier cubano, gracias a la tradición y a la fusión que se ha tenido con la cultura cubana y la veracruzana por ejemplo, dejando claro que es precisamente México, quien durante años no ha abandonado la estrecha relación que iniciara el 25 de noviembre de 1956, tras zarpar a bordo del yate Granma desde Tuxpan, con 82 expedicionarios más.
Destacó que aún más en los últimos cuatro años, la relación entre Cuba y México ha subido de nivel, tal es así con la visita que hiciera el presidente Enrique Peña Nieto a Cuba y Fidel Castro a México, recientemente, así como los intercambios interculturales en turismo y el ámbito económico, que han ido en incremento notablemente y que han dejado ver que México, esta ligado completamente a Cuba.
De visita al Museo de la Amistad México-Cuba puntualizó que, es más que representativo para la revolución cubana, la cual va más haya de una simple historia, ya que representa el inicio de una nueva vida para un país que estaba siendo liderado por un opresor y que tras el triunfo de Fidel Castro, se dio la libertad.
Un minuto de silencio para el comandante Fidel
En Tuxpan, 60 años y un día después de que zarpara para iniciar la revolución, se rindió un minuto de silencio y aplausos en memoria del comandante. Esta semana, se efectuaron una serie de actividades culturales para recordar la fecha tan significativa que enlazo a México con Cuba, luego que el líder cubano saliera precisamente de este puerto para liberar de la opresión en la que vivía el pueblo cubano.
Sin embargo, su muerte tomó por sorpresa a muchos, por lo que aunque no estaba contemplado, este sábado ante la importancia que representa el Museo de la Amistad México-Cuba, se le recordó y se hizo hincapié que su historia es tan significativa en todo el mundo, ante la figura política que era fisicamente, pero que ahora se ha convertido en una bandera que podrá ser ejemplo para la humanidad.
Acude «El Cuate» nuevamente al Museo de la Amistad México-Cuba
Antonio del Conde “El Cuate”, el mexicano que sigue fiel a Fidel Castro y a la revolución cubana, visitó el Museo de la Amistad México-Cuba, lugar donde hace años represento parte importante de su vida. Acudió como parte de las actividades conmemorativas del 60 aniversario, para la presentación de la quinta reedición del libro de su autoría Memorias del Dueño del Yate Granma; con 90 años ya cumplidos y un sin fin de historias sobre su participación en esta importante parte de la historia de Cuba, dijo que fue la persona más cercana al comandante quien se ha adelantado en esta vida.
Su historia y relación con Castro Ruz, inicio en su negocio de armas, donde por primera vez vio al comandante y sin pensarlo mucho, se ofreció como apoyo. “Al momento, supe que era Fidel Castro”, pero no fue hasta después de un año y medio de estrecha colaboración del Conde, la prudencia lo convirtió en su principal aliado. Sus compromisos lo llevaron, poco a poco, por un camino de entrega y apego al movimiento que dirigía Fidel, pero evitó siempre que los relacionaran.
Aunque en un principio él sería uno más de los expedicionarios, “porque yo conocía completamente el barco, yo lo arregle” pero quince días antes de la partida, el comandante Fidel Castro le aseguró que le sería más útil fuera de Cuba, más que otro soldado en la sierra, por lo que eso determinó que del Conde se quedara en México para trabajar en la revolución, tal y como lo ha venido haciendo actualmente.
Su libro, en esta reedición, incluye 38 fotografías más, de las que ya se habían plasmado, fotografías que son inéditas, más representativas y emblemáticas del hecho histórico entre ambos países.
La partida del Granma marcó el inicio de otra etapa en la relación de “El Cuate” con la lucha revolucionaria en Cuba; labor en ese nuevo contexto sería fundamental, por lo que su libro refleja en detalles las peripecias que tuvo que hacer para encubrir la compra del armamento en los Estados Unidos, muchas veces con ayuda de políticos de la oposición radicados allí.
Recuerda que fue fiel y lo sigue haciendo aún; siguiendo con la revolución cubana y contando su historia a lado del Comandante Fidel que lidero la Revolución Cubana.
La trascendencia de Tuxpan en la Revolución Cubana
La madrugada del 25 de noviembre de 1956, el yate Granma, con capacidad para 8 personas, zarpó del puerto de Tuxpan con 82 hombres, “los expedicionarios”, que iniciaron la Revolución Cubana, la primera lucha armada socialista en América. Encalló en Los Cayuelos, muy cerca de playa Las Coloradas, ya en Cuba, la mañana del 2 de diciembre de ese mismo año.
La leyenda de Fidel en México ha generado incalculable número de testimonios que lo ubican en diferentes puntos del país. Su historia se encuentra marginada de los libros de texto oficiales, a pesar de la importancia que tuvo para el surgimiento de la revolución cubana.
Fidel Castro llegó a México en julio de 1955 en un avión bimotor DC-6; un vuelo comercial que hizo escala en Mérida y finalmente lo llevó hasta Veracruz. De ahí viajó en autobús a la Ciudad de México.
En la Ciudad de México conoció a El Cuate, un vendedor de armas que le ayudó a adquirir el yate Granma al estadounidense Robert B. Erickson; este último lo hizo a condición de que también le compraran una casa en 2 mil dólares, en la cual se resguardaron las armas de los rebeldes. El yate les fue vendido en 15 mil dólares, cerca de 50 mil pesos mexicanos.
Fidel había sido aprehendido en la Ciudad de México el 20 de junio por policías preventivos, luego tuvo que ser entregado a la Dirección Federal de Seguridad (DFS) donde lo mantuvieron secuestrado seis días. Fueron el ex presidente Lázaro Cárdenas y el subdirector de la DFS, Fernando Gutiérrez Barrios, quienes tuvieron que intervenir para que obtuviera su libertad.
A partir de la compra del yate, los pobladores de Santiago de la Peña, una comunidad de pescadores ubicada a orillas del río Tuxpan, se percataron de la presencia de un grupo de jóvenes cubanos, muy dicharacheros, los cuales trataron de hacer pasar desapercibida la misión que tenían entre manos. Los trabajadores que participaron en la reparación de la embarcación nunca se percataron de las intenciones de aquellos jóvenes, sino hasta después que la prensa internacional diera a conocer el estallamiento de la revolución en Cuba.
Cuatro días antes de que el Granma zarpara, el gobierno mexicano realizó un decomiso de armas de distintos calibres en la ciudad de México, las cuales se almacenaban en las casas 712 y 714 de la calle Sierra Nevada, las cuales estaban destinadas al movimiento para derrocar al presidente cubano Fulgencio Batista.
A pesar de que en el recuerdo colectivo se habla de que Fidel pudo haber vivido en Tuxpan, Antonio del Conde relató que el comandante solo estuvo en dos ocasiones ahí, una tercera fue hasta 1988, cuando viajó a México para asistir a la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari. Ese año visitó el Museo de la Amistad México-Cuba y se reunió con Fernando Gutiérrez Barrios.
Fue durante su segunda estancia en Santiago de la Peña cuando se alojó en una casa de huéspedes, mientras realizaba la supervisión de la carga. Costales de naranjas se intercalaban con costales en los que se habían guardado las armas.
El Granma pesaba casi 40 toneladas, el peso bruto final fue de 54.88 toneladas. La madrugada del 25 de noviembre de 1956 se desplazó silenciosamente por el río Tuxpan. Los expedicionarios pasaron sigilosamente para no ser observados desde el faro o por la guardamarina. Librando la desembocadura, el yate se enfrentó a fuertes olas que provocaron vértigo entre la tripulación.
Durante tres días surcaron las aguas del Golfo de México hasta llegar al mar Caribe. El 30 de noviembre a través de la radio se enteraron del levantamiento en Santiago de Cuba. Batista conocía ya del plan y había enviado fuerzas militares para capturarlos.
Llegaron a Cabo Cruz y cruzaron por el canal de Niquero y se enfilaron hacia la costa para desembarcar. El Granma encalló en Los Cayuelos la mañana del 2 de diciembre, procediendo al desembarque. Los expedicionarios debieron avanzar por una zona fangosa hasta llegar a tierra firme. Estaban en Cuba.
En la comunidad de Santiago de la Peña, actualmente se encuentra la casas Museo de la Amistad México-Cuba, donde se exhiben algunas fotografías del comandante Castro, así como una réplica de su uniforme militar. Se exhiben también murales que rememoran la estancia de los jóvenes cubanos expedicionarios en estas tierras veracruzanas y el momento de su partida hacia Cuba para iniciar su revolución.
En La Habana, la gente que mantiene los ideales de la revolución, recuerda con aprecio el apoyo que el pueblo mexicano prestó a Fidel Castro durante su estancia. Más aún a la habitantes de Tuxpan, de donde zarpó el Granma con los 82 expedicionarios.
Por Ana Tavera y Edgar Escamilla