Por Mario NORIEGA VILLANUEVA
Cuantas y tantas veces, en los sermones y prédicas, o en pláticas los representantes de las distintas iglesias del mundo, han hablado sobre el fin del mundo, particularmente después de las guerras mundiales y de los conflictos armados donde ha muerto tanta gente, ahora que los cataclismos son de una mayor potencia –terremotos, tsunamis, inundaciones, ciclones, tifones, etc.–, en las que mueren y desaparecen miles de seres humanos, tan solo por hablar de los fenómenos naturales, que se ve, es manifiesto, por ese camino se transita.
Se están apresurado los deshielos de inmensas masas polares que provocarán la desaparición de playas, las guerras nucleares que últimamente han estado a punto de estallar por la ambición de poder de los países más poderosos que con gobernantes irracionales, a punto de la demencia; la arremetida de la delincuencia y el crimen organizado que a menos de 15 años ya ha incurrido en un impresionante genocidio por los miles y miles de personas que solamente aquí en México han asesinado y cuya acción se ha recrudecido. Todo eso ha influido para que las condiciones se vayan dando.
Pero no nada más eso, sino lo doblemente peligroso estriba en que no se ejecutan acciones serias y efectivas para evitar seguir ampliando el hoyo en la atmósfera que hace que por ahí, los rayos fulminantes del padre sol, penetren con toda su intensidad, con las consecuencias que se padecen cada vez con mayor intensidad, tanto que aquí en corto, se tienen las cuatro estaciones del año o que como jueves, en Tuxpan, cayó una inesperada tromba que causó inundaciones; la granizada en el totonacapan que provocó daños a viviendas y en Poza Rica, donde no hubo nada de eso, sí se padece desde hace un tiempo, por la respiración de veneno en lugar de aire, es decir de una polución severa a causa de la industrialización, de la quema de combustibles fóseos de manera indiscriminada, así como de la acción irresponsable del hombre con la creación de sitios de contaminación en todos y cada uno de los cuerpos de agua que atraviesa la ciudad, y los que se forman en otros lugares de la zona urbana. Todo eso, causa envenenamiento del aire que se respira. Todo eso causa también, la reacción de la naturaleza ante la depredación a la que la tiene sujeta el ser humano con su irracionalidad e irresponsabilidad por no crear conciencia de que con esa actitud totalmente equivocada, se provocan estas reacciones del planeta.
Sin embargo, ni a nivel nacional, ni estatal, ni municipal se adoptan ¡ya!, medidas que hoy más que nunca son súper urgentes, porque con ello, se abona a apremiar el fin de la raza humana y de todo lo que en el planeta existe. No es para asustarse todo esto, porque aún hay tiempo para prolongar la desaparición de todo signo de vida en la tierra. Las sagradas escrituras no se equivocan, los malvados somos los seres humanos, pero decíamos, aún hay tiempo para cambiar actitudes, hábitos negativos y tener mayor tiempo de posibilidades de vida. Sin embargo, es ineludiblemente imperioso, que la acción coordinada entre las áreas que confluyen en todos estos problemas: salud, educación, limpia pública, más todavía, medio ambiente y en fin, ¡todas!, de los gobiernos, federal, estatales y municipales, porque no es solo en Poza Rica, en Veracruz, sino en todo el país, a unan y se pongan a trabajar para estudiar, analizar y tomar el toro por los cuernos, el problema ejerciendo la acción que se necesita y sobre todo, creando conciencia en toda la población, para que se eliminen todos los hábitos y actitudes negativas que están provocando todo lo que hoy se sufre. Y conste, que ahora, la temporada de ciclones viene más amenazante, esperamos que no también las aguas.
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