En la entidad solo dos de cada diez egresados del bachillerato lograrán ingresar a la Universidad Veracruzana, pero no todos ellos lo harán en igualdad de condiciones. Hay quienes además de enfrentar los exámenes de admisión y la disponibilidad de espacios, tendrán que enfrentar otros obstáculos.
Este diciembre en Poza Rica, seis jóvenes lograron egresar, luego de cinco años de estudios, del bachillerato abierto que oferta el Centro de Atención para Personas con Discapacidad (CAED), ubicado en el CBTIS 78.
En esta institución, jóvenes con diferentes discapacidades, entre motoras, auditivas, visuales o cognitivas, reciben enseñanza de acuerdo a sus propias capacidades y potencialidades, facilitándoles su inserción en ámbitos como el académico y laboral.
Ana Belmares Vicencio, responsable del CAED, comenta que en la institución se busca crear ajustes curriculares acordes a las necesidades del alumno, partiendo de las habilidades y potencialidad de cada uno de ellos, en grupos de máximo 4 personas, dependiendo la discapacidad y la capacidad cognitiva.
El edificio donde reciben clases fue acondicionado especialmente para personas con discapacidad motriz. La vinculación y sensibilización con los alumnos del CBTIS ha permitido un clima de respeto y cordialidad entre los estudiantes, facilitando el proceso enseñanza-aprendizaje.
Estos jóvenes tienen derecho a becas oficiales y servicio médico en el IMSS. Inició operaciones en octubre de 2013 y cuenta con una matrícula de 35 alumnos, de los cuales seis egresaron este mes y se espera que se integren diez más el próximo año.
Una de las estrategias implementadas entre los alumnos es la creación de lazos afectivos con sus compañeros, lo que permite que se sientan motivados, parte de una estructura y que no abandonen la escuela, lo mismo ha propiciado la creación de redes de apoyo entre los padres de familia.
Si bien el certificado que reciben los faculta para poder continuar sus estudios en una Universidad, no todos tienen la capacidad para ser funcionales dentro de una universidad pública. Ana Belmares reconoce que aunque actualmente hay universidades que dentro de su programa de estudio incluyen el lenguaje de señas o el braille, son muy pocas instituciones.
Para muchos de ellos lo recomendable es que aprendan algún oficio o se establezcan como emprendedores, tal es el caso de Diana Pulido Juárez, una joven que en agosto pasado se hizo merecedora del Premio Municipal a la Juventud en la categoría Económico, por su esfuerzo para consolidarse como empresaria. Con el apoyo de su madre y de los docentes del CAED, pudo explotar su habilidad para la confección de artesanías y manualidades.
Los jóvenes se preparan en todas las áreas del conocimiento, pero dependiendo de sus capacidades es el nivel de complejidad que manejan. De los recién egresados, solo tres cuentan con potenciales para poder continuar sus estudios de nivel superior.
Para aquellos padres de familia interesados en que sus hijos con alguna discapacidad continúen estudiando, los requisitos de ingreso son el certificado de secundaria, acta de nacimiento, curp, comprobante de domicilio y la identificación del tutor. El servicio es gratuito y no hay fecha fija de inscripción, por lo que pueden acudir cualquier fecha del año, dentro del ciclo escolar.
“Hay mayor sensibilidad, pero nos hace falta ser más tolerantes y quitarnos la idea de que les estamos haciendo un favor, porque en el discurso -por ejemplo- las empresas los integran, pero esos lugares son propicios para que los violenten. Como sociedad nos hace falta mayor sensibilidad, no son igual a nosotros no por que valgan menos, sino que se enfrentarán a mayores obstáculos”, puntualizó la entrevistada.
Édgar Escamilla