Migrar, la última oportunidad
Vivió 12 años de violaciones. 12 años donde los pandilleros tocaban a su puerta a cualquier hora, cualquier día, para despertarla, para violarla una y otra vez.
12 años de terror que terminaron el día en que se levantó a las 3 de la mañana, dejó a sus hijas e hijo y partió rumbo a México para nunca regresar.
Ella no puede dar su nombre, el sólo hacerlo siente que la pone en riesgo. Ella, a sus 36 años, está en un albergue en un punto de la ruta migratoria, esperando algún documento que la deje volver a empezar en México.
Ella vivía en un lugar de Honduras controlado por las pandillas, tanto que se apropian de las casas y las personas a su gusto. De hecho, lo único que ha logrado ella saber de su hogar tras partir, es que ahora les pertenece a ellos y que su negocio de comidas se convirt...