Por Claudia Constantino
Hasta la semana pasada 76 mujeres habían sido asesinadas en Veracruz. Así nos convertimos en la entidad con más feminicidios de todo el país. Pero, en las últimas 24 horas, Marcela Huerta de 23 años fue hallada con un balazo en el rostro en Tierra Blanca. En Coatzacoalcos, otra mujer fue ultimada, de al menos cuatro tiros en la puerta de su casa, y una niña de 17 años fue hallada a orillas del río Jamapa, con visibles muestras de tortura y agresión sexual.
La Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres es el mecanismo implementado por el gobierno de México con el fin de “enfrentar y erradicar la violencia feminicida en un territorio determinado”. Abarca diversas acciones, como protocolos de investigación sobre feminicidios y programas destinados a la prevención, así como “reformas para eliminar la desigualdad en la legislación y política pública”.
Nada como eso vemos en Veracruz, aunque sí existe un Instituto Veracruzano de las Mujeres, acéfalo hace ya muchos meses, y con tan solo una encargada de despacho, la Mtra. María del Rocío Villafuerte Martínez (en la dirección) evidentemente rebasada en esta compleja labor de exigir para las mujeres las garantías elementales, como la vida o la seguridad.
Dicha Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres se estableció en el país en 2007 con la creación de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. De acuerdo con el Artículo 25 de esa Ley, la declaratoria de alerta de género corresponde al gobierno federal por medio de la Secretaría de Gobernación. Este mecanismo se activa para alertar a las personas pertenecientes a instancias gubernamentales y a la población en general sobre la urgencia de detener los feminicidios, el acoso callejero, laboral, escolar o doméstico, la discriminación y la violencia que viven las mujeres mexicanas, con el propósito de garantizar una buena calidad de vida libre de desigualdades.
Lo crea o no, Veracruz ha tenido doble alerta de género sin que nada de lo establecido suceda. Las muertas ya se cuentan por decenas y hemos superado a estados como Puebla, que ha reportado 25 casos; Chihuahua y Nuevo León con 22 casos ó Jalisco y Tabasco con 15 casos. Sí, leyó usted bien, se ha superado a lugares como Juárez, tristemente célebre por la desaparición de mujeres.
Como sociedad, los veracruzanos debemos distinguir los feminicidios del resto de los asesinatos. Es preciso que sepamos que todas estas mujeres han sido asesinadas bajo la tipificación expresa de feminicidio que son, de acuerdo al Artículo 325. Comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de género. Se considera que existen razones de género cuando concurra alguna de las siguientes circunstancias:
I.-La víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo;
II.- A la víctima se le hayan infligido lesiones o mutilaciones infamantes o degradantes, previas o posteriores a la privación de la vida o actos de necrofilia;
III.- Existan antecedentes o datos de cualquier tipo de violencia en el ámbito familiar, laboral o escolar, del sujeto activo en contra de la víctima;
IV.- Haya existido entre el activo y la víctima una relación sentimental, afectiva o de confianza;
V.- Existan datos que establezcan que hubo amenazas relacionadas con el hecho delictuoso, acoso o lesiones del sujeto activo en contra de la víctima;
VI.- La víctima haya sido incomunicada, cualquiera que sea el tiempo previo a la privación de la vida;
VII.- El cuerpo de la víctima sea expuesto o exhibido en un lugar público.
No vemos protocolos, acciones, investigaciones o programas que desde los distintos ordenes de gobierno sean articulados para parar esta masacre. No vemos a la sociedad civil clamando por que las autoridades hagan lo que les corresponde, ni exigiendo que dejen de matar a sus hijas, a sus sobrinas, a sus nietas, a sus madres; a las veracruzanas. ¿Cuántas más?
Cualquier comentario para esta columna que habla hoy por las muertas de Veracruz a: aerodita_constantino@hotmail.es
Twitter: @aerodita